Volviendo al manga, hay veces que uno desea algo liviano, frívolo e incluso que tenga patrones habituales. ¿Qué es lo que hago en estos casos? me refugio en alguna comedia, donde los clichés abundan y puedo despejar el ánimo. Buscando y pidiendo consejo, hallé una obra que, sin ser un clásico, me hizo pasar un buen rato. Estoy hablando del manga Hitomi-chan wa Hito Mishiri o en su traducción literal «Hitomi-chan es tímida con los extraños», de Chorisuke Natsumi.
Dirigiéndose a su escuela en tren, Yu Usami es abordado de forma casi amenazante por su kohai Hitomi Takano, solo para descubrir al momento que deseaba su ayuda para llegar al colegio. Con el malentendido solucionado, se percata que su nueva colega tiene una mirada asesina. Agreguemos que, con su gran altura y sus dientes de tiburón, no le es fácil hacer amigos.
Ahora será tarea del pequeño senpai dar a conocer la verdadera naturaleza de Hitomi: una chica tímida que solo desea pasar el rato y disfrutar la secundaria.
Al poco tiempo, pasan casi todo el tiempo juntos y empiezan a disfrutar de la compañía mutua. Y arranca lo esperado: un futuro romance si las cosas salen bien. Para esto cuentan con la ayuda de varios aliados, siendo los principales los familiares de los propios involucrados: Kaoru la hermana menor de Yu, quien se convierte en la mejor amiga de la protagonista y «molesta» bastante tratando de generar climas propicios. Y el otro es el hermano mayor de Hitomi, que comparte junto a ella una superfuerza y agilidad muy irreales. Ambos saben las falencias y virtudes del dueto principal y aportan mucho humor al guion.
Hitomi es además una joven atlética al igual que Kaoru. Veremos varias competiciones junto a nuevas amistades y encontraremos que, como alguien venido de una zona rural, se siente confundida y a la vez emocionada por las cosas que va conociendo en la ciudad, disfrutando de los dulces y la gran cantidad de comida en cada evento o fiesta.
¿Películas de terror? mejor pasar de largo. Primera visita a piscina pública, con traje bañador nuevo; comer postres exageradamente gigantes; yukatas para festivales; disfrutar en el cine; ferias de terror, preparación de mochi para Año Nuevo; y si estamos en febrero el infaltable San Valentín con la preparación del chocolate. Coincidir en el mismo hotel (con aguas termales) ya es algo del destino.
Y si bien ambos desean dar un paso más adelante en la relación, les falta valor, sea por vergüenza o por interrupciones del momento. Aquí es cuando la obra se estanca, con mucho relleno y pocos avances, ya todos intuyen que salen hace rato porque no pueden ser tan unidos y seguir así. Habrá que esperar pasados los ochentas capítulos para empiecen a ser una pareja formal, con todas las risas y aventuras que eso les trae.
Disfraces de cosplay, trajes sugestivos, nuevos desafíos y un romance dulce y lento van acaparando las páginas, no esperen líos amorosos o personajes que desean separarlos, el fanservice se acentúa, aunque el ecchi puede ser molesto a veces. Algo que tiene Yu es una gran empatía y puede leer el ambiente, dando clases para ayudar a unas supuestas delincuentes, que terminan siendo de la pandilla habitual de amistades, quienes quieren y a la vez temen a una Hitomi algo celosa. También unas crecientes ganas de ayudar y no quedar en desventaja por su físico alientan al senpai a hacer ejercicios, teniendo sus gags.
Con todos los clichés (absolutamente todos) posibles, es un título para pasarlo bien, mientras nos encandilamos con un mejor manejo de los trazos y un notable incremento de la calidad del dibujo.
¿Lo bueno? El dibujo y su evolución, una obra simple y sin grandes cambios que hace pasar un rato agradable, la unión de los personajes se palpa y es bonito ver las mejoras en la relación.
¿Negativo? un fanservice creciente que no es necesario en varios tramos.
Nos vemos en otro número.



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