miércoles, 9 de febrero de 2022

Cuevas de Yungang y el Monasterio colgante


La ciudad de Yungang es mundialmente famosa por sus grutas, un conjunto de 53 cuevas que albergan más de 50.000 esculturas y estatuas de piedra de los templos budistas chinos.

Situadas muy cerca de la ciudad de Datong en el norte del país, en la provincia de Shanxi a 350 kilómetros de Beijing, las cuevas están abiertas al público y las visitas suelen durar aproximadamente 2 horas; numeradas del 1 al 20 veremos que son diferentes tanto en amplitud y geología como en tesoros culturales.

Galerías con pinturas rojas y azules con increíble estado de conservación, un Buda de diez metros de altura y otro de diecisiete, donde hay que buscar un buen ángulo para observar sus ojos con la mirada característica, que tiene el honor de ser la más imponente de Yungang, pero estos colosos no son mayoría ya que también hay miniaturas que no sobrepasan de los 10 cm e incluso unos indescriptibles encantos de 2 cm. En la cueva 6 son de destacar efigies de la vida de Sakyamuni, uno de los títulos del Buda, contando aspectos de su trascurrir por el mundo.

Paredes decoradas, tres Budas de pie y para el final vemos uno sentado, el más apreciado por su belleza y estar al aire libre. 


Con la Ruta de la Seda se abrió el comercio que conectó, además de grandes negocios, una forma de intercambio cultural; estando el budismo en pleno apogeo se empezó a cavar en las laderas de la montaña Wuzhou Shan aproximadamente en el 453 D.C durante la dinastía Wei del Norte (386-533), para finalizar en el año 523 aproximadamente. Se utilizaron procedimientos persas, indios, sirios y griegos para esculpir la roca en un estilo conocido como Gandhāra, aunando todo en el desarrollo de la representación religiosa con delicada arquitectura, todo nace de esculpir sobre la roca e ir modelando estas joyas, con la paciencia propia de los maestros artesanos.

Al igual que con las pirámides de Egipto, a su alrededor veremos un complejo de santuarios y templos con jardines, con un museo para descubrir más de la historia de El Iluminado.

Edificios de madera creados en 1621 aún mantienen parte de su estructura original, y se han implementado medidas para conservar los monjes tallados y demás obras artísticas de las tormentas e inclemencias del tiempo; durante la Revolución Cultural los Guardias Rojos dañaron algunas piezas y las marcas de bala aún son visibles, lo positivo es que después de que la UNESCO declarara  las Grutas de Yungang como Patrimonio de la Humanidad en el 2001, las obras para dar protección al arte budista no han dejado de crecer.

El inicio en el siglo IV de las pinturas y el tallado sobre la roca pura se dio luego de años de luchas entre el gobierno chino y camarillas anti budistas adeptos al taoísmo radical que habían logrado emitir un edicto de proscripción total. Con guerrillas internas y la muerte del Emperador y varios de sus hijos se relajaron las medidas y se creó una oficina finamente tejida, de control gubernamental sobre los asuntos religiosos. Tan Yao persuadió al nuevo gobernante (quien deseaba revertir los horrores de sus antepasados) de originar un monumento a Buda, arrancando lo que sería un monumento de cuevas que duró 70 años y que daría fama a la ciudad cercana.

 


Y si queda algo de tiempo para estar en Datong, no muy lejos ubicaremos el Monasterio colgante también llamado Templo Xuankong que reúne 3 religiones tradicionales chinas: Budismo, Taoísmo y Confucianismo, esta vez construido a finales de la Dinastía Wei. Lo particular es que se mantiene a casi 70 metros del suelo y mantenido exclusivamente por la montaña, los pilares de madera añadidos siglos después son simplemente decorativos, una elección estética que refuerza la percepción de un sitio "posado" en la ladera de la montaña.

Los paisajes de montaña dan una sensación de libertad inigualable, sólo se recomienda prudencia por la altura, disfrutar las salas y, de más está decirlo, no es apta para los que sufren de vértigo.

La ubicación está en un precipicio y la estructura se mantiene en su lugar con vigas transversales de roble encajadas en agujeros cincelados en los acantilados. La roca sirve como pared trasera de los pasillos y ha sido ahuecada para acomodar estatuas de Buda, además el monasterio alberga 80 estatuas de bronce, hierro, arcilla y piedra.

Se excavó una cuneta en la montaña directamente encima del templo para evitar la caída de rocas hacia el lugar desde una montaña más alta; en cada edificio vemos escaleras de madera estrechas para subir y bajar, y pisos conectados por dos caminos de tablones con un ancho que solo puede acomodar a una persona, debido a esto se debe el apodo de “peligrosidad” del lugar y la seguridad es esencial: caminar rápido y correr está terminantemente prohibido. En las 40 salas vemos otra forma de arte propia de esos siglos, deidades, dragones, inscripciones para “calmar” las inundaciones del rio que percibimos en la base del Monasterio y la tranquilidad que buscaban los sacerdotes y monjes hace 1500 años atrás.

Se dice que los visitantes deben esperar más de tres horas para ingresar durante las vacaciones porque la estructura se llenaría de personas y con la muchedumbre los pasillos serían incómodos, aunque valdrá la pena tal como mencionan los caracteres chinos “que significa “gran vista  espectacular” pintados al pie de la montaña por el gran poeta Li Bai en la dinastía Tang.

Sin duda un lugar que todo visitante a China debe tener en cuenta para visitar, ¡nos vemos en otro número!

 


 

martes, 1 de febrero de 2022

China: Ejército de terracota


Cuando, en 1974, un granjero en busca de agua encontró por casualidad en sus tierras una cabeza de arcilla (luego de hacer un pozo de casi cuatro metros), no imaginó que sería el puntapié para uno de los hallazgos más importantes del siglo XX: los guerreros de terracota.

Si hablamos de esto nos referimos a la Guardia del primer Emperador de China,  Qin Shi Huang, teniendo como importancia su labor unificadora de todos los territorios y dando inicio a la China Imperial. Para evitar el desorden y futuras insurrecciones se abolieron los feudos, dividiendo cada sector conquistado en «gobiernos», estandarizando la economía y unificando la escritura. Vivió desde el 259 hasta el 210 A.C, murió a los 49 años mientras buscaba el secreto de la inmortalidad.

Aunque se ordenó la construcción del «Ejército de terracota» desde el inicio de su reinado (esto es, cuando era Rey y todavía no se autoproclamaba Emperador) se cree casi con seguridad que sus funcionarios cercanos fueron los que imaginaron esto, debido más que nada a la corta edad del soberano, quien todavía no cumplía los trece años.

La edad cronológica no sería problema pues, poco tiempo después, asumiría el verdadero control y cada edicto y mandamiento sí provendría de su persona, mandando que su mausoleo fuera perfecto y con la marca de cada artesano en las estatuas a través de la firma del mismo. Esto suponía un control de calidad y el todavía Rey daba recompensas a la innovación y la excelencia.

 

La tarea era colosal y se necesitó muchísima mano de obra para la creación del complejo de tumbas ceremoniales durante treinta y seis años casi ininterrumpidos hasta su muerte. Una vez resguardado el cuerpo en la tumba se selló cada bóveda y, según cuentan los registros, los artesanos participantes fueron masacrados o silenciados para evitar que mencionasen la ubicación exacta del lugar del entierro.

Anteriormente, cada monarca escogía una guarnición real, soldados de élite que eran enterrados vivos cuando fallecía el líder y continuaban a su lado por la eternidad, sin embargo la población y los allegados a los homenajeados mostraban resistencia y no eran pocos los enfrentamientos, lo que dio comienzo a un cambio en las tradiciones y creando réplicas de terracota.

 

A diferencia de las esfinges de Egipto u otros monumentos que hacen honor al regente de turno, Qin deseaba protección en «el más allá» y el Ejército custodiaría estando siempre presente, por eso su obsesión de reunir la mayor cantidad de personas a su alrededor. Mal no le fue: a la fecha, y aun casi cinco décadas luego del descubrimiento, todavía falta terrenos y secretos que esperan su salida a flote, pero se calculan a la fecha 8000 soldados, 150 caballos montados y carros de combate, todos a tamaño natural y lo más impresionante es que no hay escultura que se repita.

Los soldados de infantería se unificarían junto a arqueros (de pie y arrodillados), otros guerreros, carruajes, caballos, generales, funcionarios y también aportando el «ocio» (que no todo en la vida es la guerra) hallaron esculturas de acróbatas, bailarines, músicos y animales. 


Cuando mencionamos el tema de individualismo nos vemos obligados a decir que la ciencia comprobó que se utilizaron como modelo base mínimo unos diez moldes para los rostros, luego se incorporaban pequeñas diferencias y se tomaron cuidados especiales en recrear facciones exactas, particularmente a los altos rangos.

Alturas de 1,75 a 1,90 metros, fabricadas en talleres y usando material local, y ensambladas con cemento cada pieza: torsos, piernas, brazos y finalmente la cabeza, para tener el destino final en una formación de guerra totalmente medida y precisa. Peinados, armas, vestimenta, rasgos y expresiones varían según el rango militar al que pertenezca cada individuo.

Con tres fosos descubiertos se halló la increíble formación de batalla, que oscilaba entre cuatro y ocho metros de profundidad. En la actualidad se construyó el Hangar del Ejército de guerreros, donde se muestra al público gran parte de lo excavado, una cita obligada si se visita China; desde 1987 está considerada Patrimonio de la humanidad por la Unesco.

 El porqué del «no abrir la Tumba del Emperador»

No, no es por una maldición o por trampas ocultas como se lee en muchas webs, la razón principal es el deterioro que se comprobó casi al instante en varias zonas cercanas, especialmente por la acción del aire. Los pigmentos que poseían los guerreros de terracota se despintaron en menos de cuatro minutos al eliminar el barro circundante, debido al clima extremadamente seco de la región de Xi'an. Muchas piezas resquebrajadas en menos de veinte segundos dieron la idea de intentar hallar un modo de no estropear una cultura tan rica.

Al contrario, el excepcional estado de conservación de las armas fue resultado de varios factores: el alto contenido de estaño del bronce, la tierra del lugar, alcalina y el poco aire, lo que dio un conservante que, luego de dos milenios, preservó casi a la perfección el filo y la brillantez del armamento.

Los carros y reliquias de bronce son majestuosos y las piezas más antiguas y grandes manifestadas en el mundo, algunos carromatos poseen más de 1200 partes en su totalidad.

Con continuos y lentos avances para no estropear novedosas figuras, se siguen localizando diferentes tesoros de más de veinte siglos. Eso sí, aun esperamos que alguna vez se revele la tumba de un rey tiránico y con ansias de vivir eternamente, a la vez que carismático e impresionante estratega. ¡Nos vemos en otro número!