Nos adentramos a una historia íntima, donde florecen los
recuerdos de Youichi, quien es llamado a su trabajo para avisarle que su padre
de 76 años acaba de fallecer. Tratando de postergar el viaje, es convencido por
su mujer a tomar el primer vuelo e ir al velatorio lo más rápido posible.
Aceptando a regañadientes, Youichi se encamina al pueblo de
Tottori, una hora de viaje desde Tokio, mientras va rememorando los eventos que
lentamente lo alejaron de su figura paterna.
Caminando por los lugares de su niñez se acuerda del traumático divorcio
de sus padres, lo que significó para él y el posterior rencor.
Sin embargo, en el funeral es recibido con entusiasmo y los
colegas, parientes, tíos y amigos de su familia empiezan a hablarle de otra
faceta de su progenitor, muchas historias ocultas que llevaba y la carga de
tener que llevar el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
Relatos y escenas que pensaba haber olvidado son evocados, haciéndose otra idea de lo que realmente ocurrió entre su vínculo filial. Secretos que pasan de largo porque, al ser niños, no nos preocupamos, mientras los adultos sufren y ven el porvenir oscuro. Tolerancia y ternura por partes iguales, su padre fue un hombre casi desconocido y, sin embargo, amado por toda la gente con la que habla ¿tan distante era él o su propio hijo fue quien le puso una barrera emocional?
Con la colaboración de un familiar, la vida de Takeshi es
narrada y hay anécdotas y sucesos que le son mostrados al protagonista: el gran
incendio de 1952 que asoló el poblado, la pérdida de la Segunda Guerra Mundial,
los soldados de ocupación, el trabajo de peluquería desde sus comienzos, una
impronta fuerte y la verdadera esencia de lucha de un hombre contra la
adversidad.
Conocemos la relación con los padres de su prometida,
quienes al inicio no ven con buenos ojos el casamiento, su sentido de justicia
y honradez, un personaje callado y meditabundo que tenía una sed de justicia
que pocas veces mostraba a sus hijos.
La separación fue un trauma para el personaje, dejando a un
muchacho joven con una posterior tristeza y molesta hacia la figura paterna; directamente
bloqueó cuanto pudo, una forma de defensa típica, y su sensación de querer
escapar de ese lugar e independizarse.
Con el divorcio casi consumado, los veranos de Youichi
cambian para mejor, pues ve a un padre preocupado por hacerlos felices a él y a
su hermana mayor. Viajes a localidades llenas de montañas, aguas cristalinas, vacaciones
de pocos días, pero llenos de alegría, una infancia feliz que atesora. El comienzo
de su trabajo en fotografía es una vía de escape y lo incita a perfeccionarse
en Tokio como diseñador gráfico.
El almanaque de mi padre es una obra pensada no desde
la nostalgia, sino desde el perdón, el cómo podemos estar confundidos por no
conocer las razones de nuestros antepasados, y cómo modificamos
inconscientemente ciertos hechos para ocultar lo que no entendíamos por la
corta edad.
Te pareces muchísimo
a tu padre de joven
El dibujo de Jiro Taniguchi es ampliamente conocido,
sus facetas y trazos han ganado más que premios y adeptos., con los fondos de
naturaleza, plazas y calles muy detallados y trabajados con esmero. Sigue la
corte costumbrista propia del autor, donde emociona con guiones simples pero
comunes en cada rincón del planeta. Puentes, santuarios, hoteles, bares y cervecerías
de sake fueron dibujados de lugares reales. Atención también a la película que
mira junto a su madre, Veinticuatro ojos, obra de culto dentro del cine
nipón y un cartel de ¡Qué verde era mi valle!, títulos clásicos universales.
El gourmet solitario, El olmo del Cáucaso, Un Zoo en invierno
y especialmente Barrio Lejano son algunas de las obras que han ganado
innumerables premios, una oda a lo común pero llevado al súmmum del entusiasmo,
retazos de vida que le valieron el apodo del Poeta del manga, nos vemos en otro
número.
Nombre original: Chichi no Koyomi
Guion/Dibujo: Jiro Taniguchi
N* de páginas: 272
No hay comentarios:
Publicar un comentario