Mujeres de consuelo
Toda guerra
trae atrocidades, eventos que sacan lo peor del ser humano, disfrazados a veces
de buenas intenciones se cometen actos que perduran por generaciones, manchas
imposibles de borrar, la Segunda Guerra Mundial tampoco sería la excepción...
Los abusos del Ejército Imperial Japonés contra las mujeres es una de las páginas negras de la humanidad, cuando las tropas ocupaban un país caían víctimas de vejaciones, agreguemos que además de ser violadas sistemáticamente eran humilladas mentalmente, la brutalidad llegó a límites insospechados. Preadolescentes o jóvenes fueron engañadas, secuestradas y hasta vendidas por familiares con pocos recursos, y aunque se aseguraba en esa época que prestaban servicios de prostitución porque así lo habían decidido, lo real es que el viaje finalizaba en habitaciones diminutas, con poquísimas posibilidades de escape.
Usualmente
llamadas "ianfu" en japonés y "wianbu" en
coreano, las mujeres de consuelo fueron obligadas a mentir una vez finalizada
la guerra, con la condición de que eran ellas mismas quienes iban por el
"honor nipón", una canallada del reciente derrotado país. Las altas
esferas negaban que no fuera por voluntad de las propias mujeres, algo que
sistemáticamente refutaron las víctimas.
Básicamente
cuando Japón invadía cada terreno, antiguamente sí existía una especie de
"preacuerdo" en donde medidas de servicios sexuales eran aceptados en
las tierras ocupadas como lo usual, supuestamente para regular a los militares
y así pudiera existir una protección para el grueso de la población femenina.
Las zonas conquistadas se encargaban de organizar burdeles donde las mujeres de
consuelo debían satisfacer a los invasores, se cree que desde mediados del
siglo XVIII era una práctica de lo más normal, era esperable que de a poco, el
descontento de gran parte de Asia hacia Nipón fuera incrementándose de manera
considerable, la abolición en 1919 de la explotación sexual eran solamente
papeles sin valor.
El tráfico
siguió existiendo, aunque los militares negaran todo, la total indiferencia del
país se daba por el increíble machismo reinante de quienes manejan el poder, y
las constantes escaramuzas y peleas anteriores a la Segunda Guerra no sólo
acrecentaban el despotismo, sino que, al sentirse impunes, los soldados
amparados siempre por sus jefes superiores eran capaces de hacer verdaderos
desastres.
Vietnam,
Hong Kong, Singapur, Malasia, Filipinas e Indonesia fueron algunas de las
tierras que caerían por las fuerzas imperiales, cada uno con prostituciones
forzosas.
Tomemos en
cuenta además el pensamiento nipón de esas décadas: raza superior, los demás
son países que no pueden protegerse, el supuesto honor y una pirámide social
donde a la mujer se la tenía en escasa o nula estima. Amén de además desear
seguir humillando a los caídos, se dice que era mejor el suicidio a caer
prisionero de las tropas, donde una chica era vejada hasta treinticinco veces
por día, la atrocidad era mantener el estatus de dominantes sobre cualquier
colonia del mundo.
Cuando se
decretó castigos por crueldad, los soldados preferían el riesgo ya que en la
calle eran los amos, no así con los prostíbulos oficiales donde no podían
golpear o castigar.
Juicio de
Tokio
Los líderes
del militarismo que conformaron las naciones del Eje, serían juzgados por
crímenes de guerra; en paralelo con el Juicio de Núremberg, se constituyó un Tribunal
Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente. Las vejaciones contra
los poblados y la comunidad femenina también fue uno de los cargos que tuvieron
que comparecer, mostrando con documentos existentes ya que, ante la inminencia
de la derrota, se quemaron, alteraron y borraron pruebas incriminatorias de
burdeles y números reales de víctimas.
Con una
duración de casi tres años, el Juicio de Tokio no está exenta de críticas:
condenas y amnistías provenían mayoritariamente de las facciones
norteamericanas, el indulto a Hirohito, etc.
La
Justicia con el correr de las décadas
Pasarían
muchísimos años para poner voces a lo acontecido, principalmente se daba por el
silencio autoimpuesto por la vergüenza, el querer olvidar y los años difíciles
para la sociedad femenina en esa parte del globo; con la denuncia de Kim
Hak-sun, una de las víctimas, en 1991 se iniciaría el proceso de restaurar
la dignidad y el pedido de disculpas por parte de Japón.
No obstante,
el Estado negaba cualquier responsabilidad por parte de sus ancestros
intentando minimizar cada denuncia, pero la cuestión se empezó a considerar
seria al ver la cantidad de sobrevivientes, pues había señoras de 62 y 66 años,
y si todavía no habían pasado 50 años del fin de la guerra, significaba que
fueron abusadas casi antes de la adolescencia.
La reparación económica era también un golpe pues significaba que Nipón aceptaba tales imputaciones.
Kim Hak-sun
testificó que tenía 17 años cuando la atraparon y empezaron sus penurias, tenía
que ser una “herramienta higiénica utilizada por los soldados japoneses para
satisfacer su deseo sexual”, pudiendo escapar luego de tres meses. Activamente
participaba en protestas frente a la Embajada de Japón en Corea, y rechazó la
compensación monetaria porque con el dinero no se podía resolver nada,
exigiendo una disculpa oficial de parte de los gobernantes. Lamentablemente no
vería su pedido concretado porque moriría en 1997, aunque dejaba el legado ya
que muchas se animaron a contar lo que padecieron.
El informe
Dolgopol-Paranjabe, de 1994, sitúa que fueron entre 150.000 a 180.000 las
mujeres víctimas de guerra, posteriores reportes dan una base concretamente
sólo de la región de Corea: más de 200.000 esclavas, con los posteriores
traumas psíquicos.
La difusión
internacional y el apoyo de centenares de supervivientes de distintos países
ocupados logró que movimientos de derechos humanos y feministas hicieran ruido,
las tensas relaciones coreanas-niponas abrían un frente conciliador cuando el primer
ministro Murayama Tomiichi arrancaba su política de reconciliación, donde se
disculpó públicamente por las atrocidades de los japoneses durante la Segunda
Guerra Mundial.
La indignación seguiría porque el emperador Hirohito nunca fue acusado "a posteriori", tampoco algún miembro de la familia imperial a pesar de las décadas trascurridas. Así y todo, debieron pasar otros veinte años para que las supervivientes pudieran obtener sinceras disculpas, muy tarde pero al menos un alivio para enfrentar sus últimos años con algo de honra.
Algunos
monumentos y organizaciones
El 1 de
diciembre de 2015, se inauguró en Nanjing (China) el primer salón conmemorativo
dedicado a las mujeres de solaz chinas, un año después la Universidad Normal de
Shanghái abriría un museo que exhibe fotografías y artículos relacionados.
En Taiwán, la
Fundación de Rescate de Mujeres de Taipéi (TWRF),se han ganado el apoyo de su
gobierno, que en muchas ocasiones ha pedido disculpas y compensaciones al
gobierno japonés, obteniendo ambos pedidos.
En la ciudad
de Tainan se erigió en el 2018 la primera estatua en honor a las mujeres de
solaz.
En diciembre
de 2011, se erigió una estatua de una mujer joven frente a la embajada japonesa
de Corea del sur, el gobierno japonés ha pedido repetidamente que derribe la
estatua, pero no ha sido removida debido a que el país se debate constantemente
en perdonar o no las atrocidades del pasado.
En 2010, se
estableció en Palisades Park, Nueva Jersey, el primer monumento estadounidense,
le seguirían otras cinco estatuas distribuidas por el país.
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